¿Os habéis dado cuenta que la mayoría de los perros saltan o esquivan las rejillas de ventilación del suelo? No sé exactamente porque debe ser, pero me hago a la idea que andar descalzo por ese suelo debe de ser de todo menos agradable, es por eso que creo que les debe destrozar las almohadillas a los pobres perretes.
Y la verdad es que no pasa nada cuando la rejilla de ventilación es minúscula o pequeña, porque la saltan divertidamente y punto, pero cuando te encuentras con esas rejillas que ocupan media acera o la acera entera y tienes que dar la vuelta por otro lado… esa cara con la que te mira el perro en plan «no me vas a hacer pasar por aquí, ¿verdad?», hace que se te parta el alma.
Debo reconocer que al principio no caía en este detalle, pensaba que mi perra era un poco «fifi» y que se negaba a pasar por allí, así que le hacía pasar por allí encima y la pobre pasaba deprisa como si pisara huevos y al acabar miraba para atrás (seguro que con una gotita de sudor recorriendo su frente) como diciendo «¡Dios mio de que me ha ido!», luego me miraba moviendo la cola y seguro que pensando «¡serás capulla!» y yo tan pancha y orgullosa de ella porque en ese momento, no había sido «fifi»… 🙂
Solución no hay, o saltas o esquivas, o le pones unos zapatitos de paseo para cuando se presenten este tipo de cosas por el suelo, pero es lo que hay… las rejillas de ventilación siempre van a existir. ¡Así que con humor a saltarlas!