Los abuelos jugadores de Petanca

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Qué decir de este elemento humano: Los abuelos jugadores de petanca. Territoriales por naturaleza y protectores de ese mismo territorio del cual sólo les falta mearse en las esquinas.

Muchas veces, ante la falta de sitios donde pasear a nuestro perro y dadas las graaandes superficies -ya no por tamaño sino por cantidad- para jugar a la petanca, nosotros los amos, rompemos muchas veces las reglas… vemos esas zonas casi siempre vacías, se nos iluminan los ojos, miramos a un lado y a otro, sintiéndonos como delincuentes a punto de robar una tienda de ultramarinos y metemos tímidamente al perro en esa zona alargada en la que creemos que podrán correr un rato y los soltamos. En ese mismo momento, o al poco tiempo, aparece un abuelo (seguramente el segurata de la zona al que le ha tocado vigilar)… «hey, nena… nena… aquí el gos no pot estar!» y yo que me hago la tonta… «Xuuuuulaaaa… la pilotaaaaaa», «Hey, pssst, nena… que em sents?»… aigh Dios… Tierra trágame, ovni abdúceme, tsunami engúlleme… finalmente me giro «és un moment, la faig còrrer una estona i marxem»… «no, no… ni moments ni res, aquí el gos no pot estar, que després deixen tot de cagades i ens fan malbé el camp… fora».

¿I que hacer ante esto? Bajas las orejas, escondes la cola entre las patas, coges a tu gord@ que está todo feliz trayéndote la pelota y que no entiende nada cuando le vuelves a poner la correa y te mira como diciendo «¿esto es todo?».

No podemos hacer nada, tienen las de ganar. No es una zona privada, pero es una zona en la que no pueden entrar perros. Te puedes encarar chulescamente y decirle cuatro cosas, pero ¿para qué?… aún van a venir los «Iaioflautes» de la petanca y te van a echar a patadas… Ellos consideran que esa zona es suya porque es donde los domingos por la mañana van a jugar, así que, a buscar otra zona.

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